Cada aurora -nos dicen- maquina maravillas
capaces de torcer la más terca rutina;
hay pisadas humanas que han medido la luna
y el insomnio devasta los años y las millas.
En el azul acechan públicas pesadillas
que entenebran el día. No hay en el mundo una
cosa que no sea otra, o contraria, o ninguna.
A mí sólo me inquietan las sorpresas sencillas.
me asombra que mi mano sea una cosa cierta,
y que la rosa tenga el olor de la rosa.