martes, 23 de abril de 2013

...vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó...

Así, paradójicamente, el colmo de soledad conducía a la gran ilusión de compañía ajena, al hombre solo en la sala de los espejos y los ecos.
Pero gentes como él y tantos otros, que se aceptaban a sí mismos (o que se rechazaban pero conociéndose de cerca) entraban en la peor paradoja, la de estar quizá al borde de la otredad y no poder franquearlo.
La verdadera otredad hecha de delicados contactos, de maravillosos ajustes con el mundo, no podía cumplirse desde un solo término, a la mano tendida debía responder otra mano desde el afuera, desde lo otro.


yoko ono - painting to shake hands (2012)


No hay comentarios:

Publicar un comentario