La certidumbre llega como un deslumbramiento.
Se vive por instantes de luz. O de tiniebla.
Lo demás son las horas, los telones de fondo, el gris para el contraste.
Lo demás es la nada.
Es un momento. El cuerpo se deshabita y deja
de ser la transparencia con que se ve a si mismo.
Se incorpora a las cosas; se hace materia ajena
y podemos sentirlo desde un lugar remoto.
Rafael Guillén
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