lunes, 24 de diciembre de 2012

Flotaba con la marea, y nada más.

No contribuiría en nada al bienestar de la comunidad, no dejaría ninguna marca al pasar por este mundo. Pero, dondequiera que fuese, haría la vida más fácil, más atractiva, más fragante. Y eso no es poca cosa.

El suyo era el típico encanto frío y seductor de la mujer nórdica, donde el remilgo y la lascivia luchan por la supremacía. Yo sabía que ella quería que le hablase de amor. Di lo que quieras, y haz lo que quieras, pero utiliza esas palabras fascinantes, románticas, sentimentales, que ocultan la fea y desnuda realidad del asalto sexual.

–Tú sabes, Val, que las cosas nunca van a ser fáciles para ti. Si no soy yo quien te hace desdichado, será algún otro. Te buscas dificultades. No te ofendas; quizá necesitas sufrir pero el sufrimiento no te matará. Suceda lo que suceda saldrás siempre del paso. Eres como un corcho: se te empuja al fondo y vuelves a subir. A veces me asustan las profundidades a las que puedes hundirte. Yo no soy así. Mi fuerza ascensional es física, la tuya es... Iba a decir espiritual, pero no es eso exactamente. Es animalista. Posees una fuerte contextura espiritual, pero en ti hay también más del animal que en la mayoría de los hombres. Tú necesitas vivir, vivir a toda costa... ya sea como hombre, como animal, como insecto o como germen.

                                                                                                                              H. Miller



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