martes, 15 de enero de 2013

y de repente, algo se rompe.

Y había más que eso.
Había la intercesión, el acceso por las ilusiones a un plano, a una zona inimaginable que hubiera sido inútil pensar porque todo pensamiento lo destruía apenas procuraba cercarlo.
Una mano de humo lo llevaba de la mano, lo iniciaba en un descenso, si era un descenso, le mostraba un centro, si era un centro, le ponía en el estómago, donde el vodka hervía dulcemente cristales y burbujas, algo infinitamente hermoso y desesperado.
Estaba demasiado borracho para hacerse una idea de la posible ruta a escoger, pero no lo bastante borracho para dejar de pensar, y le bastaba ese pobre pensamiento para sentir que lo alejaba cada vez más de algo demasiado lejano, demasiado precioso para mostrarse...


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